El camino hacia una Europa militarizada: consecuencias económicas del rearme europeo.
- Adriano Benítez
- 27 mar
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 30 jun
Tras la Segunda Guerra Mundial y la creación de la OTAN, Europa Occidental pasó a depender, en términos de defensa y estrategia, de Estados Unidos.
Índice de contenido
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Tabla resumen
Introducción: El giro hacia el rearme europeo: Un desafío económico y estratégico
Tras la caída del bloque soviético, esta alianza se fue expandiendo hacia el este de Europa, hasta alcanzar las fronteras rusas con la incorporación de las tres repúblicas bálticas a la Alianza Atlántica. Parecía que todas las partes dentro de la alianza estaban satisfechas: Estados Unidos ganaba influencia en estos países, mientras que los demás se beneficiaban de "subcontratar" su defensa, ahorrándose gran parte del gasto militar. La OTAN parecía haberle ganado la batalla a Rusia, pero, en pocas semanas, todo ha dado un vuelco.
Ya en su anterior mandato, Trump criticó duramente cómo el resto de los países de la Alianza Atlántica no aportaban lo suficiente, lo que obligaba a Estados Unidos a asumir la inmensa mayoría de los costes de la organización. Reiteró en varias ocasiones los perjuicios económicos de que su país actuara como “el policía del mundo”. Sin embargo, ha sido en este segundo mandato cuando la situación ha escalado aún más, con un acercamiento entre Estados Unidos y Rusia que, hasta hace unos meses, parecía impensable. Todo esto ha ocurrido en el marco de las negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania.
Como era de esperar, los europeos —tanto la Unión Europea como el Reino Unido (este último de manera especialmente notoria)— han reaccionado. Ante la creciente sensación de que la OTAN, es decir, Estados Unidos, ya no será el garante de su seguridad, ha aflorado un discurso cada vez más favorable a la creación de un ejército europeo y al aumento del gasto militar en todos los países de la UE. Sin embargo, más allá de las intenciones políticas, la creación de este ejército supone desafíos a todos los niveles: estratégicos, económicos, políticos y de liderazgo.
El impacto económico del rearme europeo: ¿Estamos preparados?
El rearme europeo sería un desafío para la industria armamentística del continente, que en los últimos años ha dependido y ha estado altamente integrada con la de Estados Unidos. Empresas como Airbus, Thales, Leonardo y Rheinmetall se posicionarían como líderes de esta nueva industria armamentística puramente europea, con posibles fusiones de distintas áreas de negocio para aumentar la competitividad y eliminar las duplicidades. Sin embargo, las rivalidades nacionales y la falta de una estrategia común siguen siendo barreras.
Uno de los principales retos es la capacidad de producción. La demanda de armamento ha aumentado, pero muchas fábricas europeas no tienen la infraestructura necesaria para satisfacerla. Europa necesita una reindustrialización militar para producir de forma autónoma, invirtiendo en tecnologías que aún no domina completamente. Por ejemplo, el vehículo blindado Puma, fabricado en Alemania por Rheinmetall y Krauss-Maffei Wegmann, necesita tecnología de radares y licencias de Estados Unidos para su fabricación, y como este, muchos más: Eurofighter, Leopard 2, entre otros.

Por otro lado, la defensa no son solo munición y tanques. Europa también necesita una inteligencia, ciberseguridad y estructura de mandos propias, que a día de hoy están muy integradas en la OTAN. Desarrollar esto, además de dinero, requiere mucho tiempo, especialmente todo lo relacionado con espionaje, inteligencia e integración de mandos. Para que un ejército funcione debe estar cohesionado, las órdenes deben llegar de manera segura y a su debido tiempo. Los protocolos de acción de las unidades deben estar integrados, y los soldados y mandos deben confiar los unos en los otros. Esto implica realizar maniobras y adiestramientos conjuntos, reuniones, estructura y cargos militares propios, aspectos que la OTAN ya tiene establecidos, pero que el nuevo ejército europeo tendría que desarrollar.
En 2022, Bloomberg estimó que, para reducir la dependencia de la OTAN y Estados Unidos, la Unión Europea debería invertir unos 250 mil millones de euros en 10 años. Otras estimaciones elevan esta cifra al doble, hasta 500 mil millones. Sin embargo, estas estimaciones podrían quedarse algo cortas, teniendo en cuenta que Estados Unidos gastó el año pasado 800 mil millones de euros en defensa. Aunque estas cifras puedan parecer exageradas, son importantes para entender las magnitudes de las inversiones de defensa de las que estamos hablando.
Para ponerlo en contexto, comparando lo que los europeos destinan a defensa, España, con un PIB de 1,5 billones de euros, gastó 15 mil millones en defensa. Rusia, con una economía solo un 20% mayor, destinó 65 mil millones, es decir, 4,3 veces (430%) más que España. Y si ya teníamos problemas de deuda y déficit gastando lo que gastábamos, ¿cómo estaremos de preparados para gastar lo suficiente como para tener un ejército verdaderamente independiente?
Flexibilización fiscal en la UE: Un nuevo pacto para la defensa
En las últimas semanas, la Unión Europea ha comenzado a explorar nuevas vías para financiar el rearme, y una de las opciones más discutidas es la emisión de bonos comunes para defensa. Según el plan propuesto por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la UE podría emitir hasta un billón de euros en bonos para financiar proyectos de defensa en los próximos años. Esta medida obligaría al Banco Central Europeo (BCE) a actuar, ya que la emisión de un billón de euros al mercado muy probablemente generaría inflación. Por lo tanto, el BCE tendría dos opciones: comprar los bonos de forma masiva, lo que comprometería su independencia y credibilidad, además de que los adquiriría con dinero proveniente de más emisión de deuda o de transferencias de los gobiernos; o bien, subir los tipos de interés, lo que dificultaría la financiación de los propios gobiernos y de todos los proyectos empresariales en la UE. Así que, aunque esta medida podría facilitar la financiación, también acarrearía problemas importantes.
La flexibilización fiscal que podría implicar este tipo de financiamiento se enfrenta a desafíos significativos, especialmente para los países con niveles de deuda más altos. La emisión de bonos de defensa podría ser una solución viable para países con menor endeudamiento, como Alemania, que tiene una deuda pública del 69,3% del PIB. Sin embargo, para países como España, cuya deuda supera el 116,9% del PIB, Francia (con una deuda del 111,6% del PIB) o Italia (que tiene una deuda pública del 144,5% del PIB), este tipo de políticas podría resultar en una pérdida de confianza y, por ende, un aumento de los costes de financiación. La necesidad de mantener la sostenibilidad fiscal podría entrar en conflicto con los intereses de financiación rápida para un ejército europeo fuerte.
El ejemplo de la flexibilización fiscal durante la crisis del COVID-19 ofrece un precedente, ya que los países de la UE fueron capaces de suspender temporalmente las reglas de déficit y deuda para implementar paquetes de estímulo. Sin embargo, el rearme implicaría un compromiso financiero a largo plazo, lo que pone en evidencia las limitaciones de la política fiscal en países con grandes niveles de endeudamiento. La UE podría estar ante un dilema de fondo: si bien un enfoque más flexible podría ser adecuado para economías como la alemana, en economías con deudas más altas, la creciente deuda pública podría llevar a una crisis de sostenibilidad financiera a largo plazo.
Principales beneficiados del rearme europeo: Industria militar y geopolítica
El rearme europeo beneficiará a varias empresas clave del sector militar, como Airbus, Leonardo, Rheinmetall y Thales. Estas compañías están bien posicionadas para aprovechar el aumento de la demanda de sistemas de defensa avanzados, como aviones, vehículos blindados, misiles y radares. Estas grandes empresas no solo se beneficiarán de los contratos internos dentro de la UE, sino también de la creciente necesidad de modernizar las fuerzas armadas europeas en un contexto de mayor competencia global. Este crecimiento en la industria militar también puede resultar en la creación de más empleos y una mejora en la capacidad tecnológica del continente, en áreas como la inteligencia artificial y la ciberseguridad. Pudiendo llegar a resultar en mejores productos, también para uso civil.

Países como Francia, Alemania y el Reino Unido serán los principales beneficiados del nuevo gasto en defensa. Estos países, con una industria militar más desarrollada, podrán aumentar su protagonismo dentro del nuevo sistema de seguridad europeo. El Reino Unido, aunque fuera de la UE, sigue siendo un socio clave y, al menos en estos primeros momentos, parece estar alineado con los intereses europeos. No obstante, la desigualdad en la capacidad industrial de los países europeos podría agravar la brecha entre las naciones más y menos desarrolladas. Las fusiones entre empresas, que ya hemos mencionado, podrían generar una excesiva concentración, lo que aumentaría los problemas de desigualdad territorial. Además, como ya comentamos, el aumento de la deuda podría afectar negativamente a los países más endeudados, generando inestabilidad o problemas de financiación.
En cuanto a la geopolítica, China podría aprovechar la situación si Europa se aleja de EE. UU. Si Europa comienza a distanciarse de su tradicional aliado estadounidense, China podría aprovechar la oportunidad para fortalecer sus lazos con la UE, ofreciendo apoyo para el desarrollo industrial o comprando deuda europea. Aunque es improbable que Europa se alinee completamente con China, la creciente necesidad de autonomía estratégica podría generar nuevas dinámicas de cooperación en tecnología y comercio, lo que permitiría a China ganar influencia en Europa en los próximos años.
Conclusión: El futuro de Europa en un mundo más militarizado
El mundo se está moviendo hacia un orden multipolar, y parece que Europa no estará en el polo de influencia de Estados Unidos. Trump ya ha manifestado su opinión al respecto de la Unión Europea: que fue creada en contra de los intereses de los Estados Unidos. Por lo tanto, la presente administración buscará fortalecer otros lazos, enfocándose más en reforzar la relación con aliados como Israel o países en el Indo-Pacífico. Este rearme en Europa, aunque busca aumentar la autonomía, puede ser peligroso, ya que más armamento significa un mayor riesgo de conflicto. A medida que la UE invierte más en defensa, también corre el riesgo de involucrarse en una escalada bélica que podría ser difícil de controlar, sobre todo con las tensiones crecientes.
Por otro lado, crear un ejército europeo será una tarea compleja y costosa, y en un continente compuesto por 27 países con intereses diversos, los problemas de liderazgo son inevitables. Aunque algunos países apoyan la idea de un ejército europeo, otros se oponen, y partidos como VOX en España o la AfD en Alemania son muy críticos con este alejamiento de Estados Unidos, ya que son muy próximos a la actual administración de Trump. A largo plazo, esta inversión en defensa tendremos que pagarla de alguna manera, ya sea a través de impuestos más altos, aumento de la deuda o pérdida de servicios públicos. Esto podría llevar a una situación económica más difícil, con un impacto directo en la vida de los ciudadanos, además de generar inflación y agravar la desigualdad social en la región. Pero todo esto, de momento, está por verse.
Tabla resumen
Introducción: El giro hacia el rearme europeo: Un desafío económico y estratégico |
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El impacto económico del rearme europeo: ¿Un tejido industrial preparados? | Una nueva industria armamentística
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Flexibilización fiscal en la UE: Un nuevo pacto para la defensa | Medios de financiación del rearme europeo
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Principales beneficiados del rearme europeo: Industria militar y geopolítica | Empresas clave del sector militar
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