Destructores, narco-Estado, Maduro y Trump: el pulso por Venezuela
- Adriano Benítez
- 28 ago
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Venezuela atraviesa una crisis prolongada que se agudizó tras las elecciones del 28 de julio de 2024, marcadas por denuncias de irregularidades, represión y una creciente pérdida de legitimidad internacional.
Table of contents
Introducción, ¿De dónde han salido los destructores?
Influencia política del narcotráfico en Venezuela y otros estados
Impacto económico del narcotráfico en Sudamérica y el mundo
¿Qué va a acabar pasando en Venezuela?
Summary table
Introducción, ¿De dónde han salido los destructores?
En este contexto, EE. UU. desplegó recientemente tres destructores de la clase Arleigh Burke —USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson— junto con fuerzas de apoyo, con el objetivo declarado de reforzar el control sobre las rutas del narcotráfico en el Caribe. Este despliegue constituye la operación naval de mayor envergadura en la región desde la Operación "Martillo" en 2012, que movilizó múltiples activos para combatir el narcotráfico en Centroamérica y el Caribe.
El argumento oficial es la lucha antidroga, y no carece de fundamento: informes internacionales y procesos judiciales en EE. UU. han vinculado a altos mandos del chavismo con el Cartel de los Soles, alimentando la definición de Venezuela como un verdadero “narco-Estado”. Al mismo tiempo, resulta evidente que Washington aprovecha este marco para enviar un mensaje político y estratégico, no solo a las redes criminales, sino también al propio gobierno de Maduro y a sus aliados internacionales.
Influencia política del narcotráfico en Venezuela y otros estados
En Venezuela, el narcotráfico está profundamente entrelazado con las estructuras de poder del Estado, evidenciado por el denominado Cartel de los Soles. Altos mandos militares han sido vinculados al tráfico de cocaína, utilizando recursos estatales para movilizar cargamentos hacia el Caribe, América Central, África, Medio Oriente y Europa. Esta organización ha sido sancionada por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de EE. UU., que la considera una “organización terrorista” con nexos directos con el gobierno de Nicolás Maduro. Informes recientes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y reportes judiciales estadounidenses confirman que estas redes han financiado a la élite gobernante, al tiempo que corrompen instituciones clave como la justicia, la policía, el ejército y el control de aduanas, debilitando la capacidad del Estado para garantizar gobernabilidad y seguridad.

La influencia política del narcotráfico no es exclusiva de Venezuela. En Honduras, la extradición del expresidente Juan Orlando Hernández a EE. UU. en 2022 por vínculos con el narcotráfico evidenció la penetración del crimen organizado en la política nacional. En México, líderes como Ismael “El Mayo” Zambada admitieron en 2025 que sobornaban a autoridades locales y policiales, mostrando la extensión del control de los cárteles sobre el poder territorial y político. Colombia, a pesar de los acuerdos de paz con las FARC, sigue lidiando con grupos armados que financian sus operaciones mediante el narcotráfico, manteniendo una influencia significativa sobre regiones enteras del país.
En conjunto, estos casos muestran que el narcotráfico en América Latina funciona como un actor político paralelo, capaz de moldear decisiones de Estado y afectar la estabilidad institucional de los países donde opera, consolidando estructuras autoritarias y debilitando los mecanismos democráticos tradicionales.
Impacto económico del narcotráfico en Sudamérica y el mundo
El narcotráfico en Sudamérica ha evolucionado hasta convertirse en una industria ilegal de dimensiones globales, comparable en complejidad y volumen a sectores legales como la producción de acero o la industria global de videojuegos, ambos moviendo miles de millones de dólares anuales. Según el Informe Mundial sobre Drogas 2024 de la UNODC, la producción de cocaína alcanzó cifras récord en América Latina, con Colombia, Perú y Bolivia como principales productores. Venezuela, por su ubicación estratégica, ha sido identificada como un punto clave en las rutas de tránsito hacia el Caribe y Estados Unidos.
Esta industria ilícita no solo involucra la producción y el transporte de drogas, sino que también abarca una compleja red de actores y procesos que incluyen la logística portuaria, el transporte marítimo y terrestre, la manipulación en aduanas y el lavado de dinero a través de diversas plataformas financieras. Los puertos de América Latina, como los de Colombia y Brasil, han sido identificados como puntos críticos en la cadena de suministro de cocaína, con rutas que se extienden hacia Europa, África y Asia.
Además, el narcotráfico ha generado una economía paralela que compite con las economías formales en términos de volumen de dinero movilizado. Se estima que el mercado global de drogas ilícitas mueve entre 426.000 y 652.000 millones de dólares anuales, según la UNODC. Este flujo de capitales ha permitido la consolidación de estructuras de poder paralelas que operan al margen de las instituciones estatales, afectando la gobernabilidad y la estabilidad económica en las regiones involucradas. Muchas personas dependen directamente de este sistema: desde policías o agentes de aduanas que reciben sobornos, hasta intermediarios y sicarios con familias que mantener. Esta interdependencia social y económica hace que la eliminación del narcotráfico no sea solo un problema de capturar a los grandes capos, sino que implique desmantelar un ecosistema donde innumerables actores viven de esta actividad.
¿Qué va a acabar pasando en Venezuela?
La situación política y social de Venezuela abre varios escenarios posibles para el futuro inmediato, y todos parecen factibles a nivel interno. Por un lado, la continuidad del régimen es una posibilidad real: Nicolás Maduro sigue contando con el respaldo del ejército y de aliados internacionales como Rusia, China e Irán, mientras que sectores de la población dependen directamente de subsidios, programas sociales y redes clientelares vinculadas al régimen. El discurso nacionalista y la oposición a la intervención extranjera también movilizan apoyo, reforzando la percepción de soberanía frente a la presión internacional. En este escenario, el narcotráfico seguiría funcionando como fuente de financiamiento del Estado, consolidando estructuras paralelas y adaptándose a sanciones externas.

Otro escenario posible es una transición forzada, impulsada por la combinación de sanciones internacionales, presión diplomática, protestas internas e incluso una intervención militar. Sectores disidentes del chavismo podrían negociar cambios políticos supervisados internacionalmente, aunque el riesgo de conflictos internos a largo plazo o vacíos de poder es elevado si la transición no se gestiona cuidadosamente.
Finalmente, el estancamiento prolongado también es plausible: un régimen debilitado, pero no derrocado, con crisis económica y social persistente y un alto número de venezolanos en el exterior. En este contexto, el narcotráfico seguiría operando como economía paralela, mientras la población enfrenta dificultades cotidianas.
En síntesis, el futuro de Venezuela dependerá de la interacción entre poder militar, narcotráfico, sanciones internacionales y movilización social. La complejidad del panorama social, donde apoyos y opositores coexisten dentro y fuera del país, hace que cualquier desenlace requiera un equilibrio delicado entre presión externa e internas dinámicas políticas.
Conclusion
Venezuela es un país que ejemplifica de manera extrema cómo la combinación de crisis política, social, económica y geopolítica puede degradar un Estado. Lo que alguna vez fue una nación rica y próspera, aunque dependiente del petróleo, se ha convertido en uno de los países más pobres del mundo debido a la degradación institucional y social. El despliegue de destructores estadounidenses ejemplifica el dilema al que se enfrentan los Estados fallidos o pseudo-fallidos: decidir entre tolerar un narco-Estado corrupto o enfrentar la intervención extranjera, con todas las consecuencias que ello implica.
El narcotráfico opera como una economía paralela organizada, con redes logísticas complejas, puntos críticos de suministro y alianzas globales que lo convierten en una verdadera industria ilícita. Su eliminación no depende únicamente de capturar a los grandes capos, sino que al desmantelar este entramado social y económico, se revela como un parásito que degrada el país lentamente, pero del que muchos dependen para sobrevivir: policías, aduaneros, intermediarios e incluso familias enteras.
El futuro de Venezuela sigue siendo incierto, con tres escenarios posibles: continuidad del régimen, transición forzada o estancamiento prolongado. La población, dentro y fuera del país, jugará un papel clave, y cualquier desenlace dependerá de la interacción entre poder militar, sanciones, movilización social y narcotráfico. Resolver esta situación requiere un enfoque estratégico y equilibrado, interno y externo, evitando en cualquier caso que se dispare la primera bala, pues si llegase la primera probablemente no sería la última.
Summary table
Introducción, ¿De dónde han salido los destructores? | -La pérdida de legitimidad internacional de Venezuela. -Posición de Venezuela como narco-estado. |
Influencia política del narcotráfico en Venezuela y otros estados | -Vinculación del Estado con el narcotráfico. -Ejemplos similares en otros países. |
Impacto económico del narcotráfico en Sudamérica y el mundo | -El narcotráfico como industria internacional. -Una economía paralela que compite con el modelo tradicional. |
¿Qué va a acabar pasando en Venezuela? | -Posibles escenarios a largo plazo. -Relación entre el poder militar y la movilización social. |
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