El coste de un país a oscuras: consecuencias económicas del apagón de 2025
- erickalmacheterraz
- 30 abr
- 5 Min. de lectura
El pasado 28 de abril, España sufrió el apagón más grave de su historia reciente: un fallo en la red eléctrica dejó sin suministro a todo el país durante varias horas.
Índice de contenido
Parálisis productiva
Transporte y comunicaciones
El coste de la vuelta a la normalidad
Coste reputacional
Tabla resumen
Introducción: El apagón más grave de la historia de España
Aunque aún no se ha determinado el origen exacto del incidente, sus consecuencias han sido evidentes. Más de 40 millones de personas quedaron paralizadas: ciudadanos atrapados en trenes, ascensores y teleféricos; tráfico colapsado y ciudades detenidas. En este artículo no se abordarán los efectos humanos ni las causas técnicas, sino las consecuencias económicas, tanto inmediatas como las que son probables en el largo plazo.
Parálisis productiva
En España, cada día se generan alrededor de 4.000 millones de euros en PIB. Es decir, se producen productos y servicios de toda clase por valor de 4.000 millones de euros, desde buques de guerra hasta cafés o cortes de pelo.
Con el apagón del 28 de abril, gran parte de esta actividad se detuvo de manera abrupta. La producción industrial se paralizó, especialmente en sectores clave como la automoción, que depende de una cadena de suministro interconectada y precisa; el textil, con fábricas incapaces de operar sin energía; y la alimentación, con interrupciones en procesos que requieren refrigeración y otras condiciones específicas.
Pero no solo la industria se vio afectada. El comercio de barrio y los pequeños negocios tuvieron que cerrar, perdiendo horas cruciales de actividad. Lo mismo ocurrió con muchos profesionales liberales (abogados, médicos, dentistas, psicólogos) y servicios a empresas (consultores, auditoría, servicios financieros) que, sin conexión a internet o sin la posibilidad de usar un ordenador, no pudieron realizar el trabajo que tenían previsto.
Aunque no todo se detuvo por completo ni durante todo el día, las horas perdidas impactaron gravemente en la capacidad de generar valor, especialmente en los turnos de producción que no pudieron recuperarse de inmediato. Actualmente, es imposible cifrar cuánto se perdió realmente, pero algunas estimaciones hablan de alrededor de 1.600 millones de euros.
Transporte y comunicaciones interrumpidas
El apagón del 28 de abril paralizó buena parte del sistema de transporte y comunicaciones en España, afectando no solo a la movilidad de personas y mercancías, sino también a la capacidad de muchas empresas para comunicarse y operar con normalidad.
En el transporte aéreo, se cancelaron 344 vuelos de los 6.000 programados, afectando a miles de pasajeros. Las aerolíneas se vieron obligadas a gestionar devoluciones, reprogramaciones y asistencia a los viajeros, incurriendo en costes importantes y retrasos operativos.
En el transporte ferroviario, los servicios de cercanías, media distancia y larga distancia se vieron suspendidos en toda la península, lo que impactó tanto a viajeros como a empresas que dependen del tren para el traslado de mercancías. Las interrupciones provocaron cuellos de botella logísticos y retrasos en la distribución, además de la no llegada de pasajeros, haciendo imposible la prestación de ciertos servicios.

En el ámbito urbano, los metros y tranvías dejaron de funcionar, generando un fuerte impacto sobre la movilidad cotidiana. Aunque en muchos casos se recurrió a autobuses para mantener un mínimo de servicio, el tráfico colapsó en numerosos puntos por la pérdida de semáforos y la saturación de las vías. Como resultado, numerosos trabajadores no pudieron llegar a sus empleos, lo que supuso una pérdida de productividad difícil de cuantificar.
En cuanto a las comunicaciones, muchas empresas experimentaron serias dificultades. La falta de electricidad afectó servidores, redes internas y sistemas de comunicación digital. Esto resultó especialmente problemático para grandes multinacionales o compañías con sedes distribuidas en varias ciudades, que dependen de conexiones constantes para coordinar operaciones. Operaciones que, al detenerse, generaron nuevamente pérdidas difíciles de cuantificar, aunque más fáciles de recuperar que otras pérdidas.
El coste de la vuelta a la normalidad
Restablecer el suministro eléctrico no fue inmediato ni barato. España tuvo que recurrir de urgencia a la importación de electricidad desde Francia y Marruecos, cuyo coste deberá asumirse. Además, para estabilizar el sistema fue necesario abrir embalses hidroeléctricos, perdiendo agua, y activar centrales de ciclo combinado que queman gas, una fuente más cara. Incluso se recurrió a las reservas estratégicas, como confirmó Pedro Sánchez en rueda de prensa.
A esto hay que sumar los costes logísticos y operativos asociados a reiniciar redes, reintegrar trenes, restaurar sistemas informáticos y reactivar procesos industriales que quedaron paralizados. Aunque aún no existe una cifra oficial, la factura energética del restablecimiento podría superar con creces los cientos de millones de euros, sin contar los costes indirectos derivados de la ralentización productiva y el estrés sobre la infraestructura.
Coste reputacional
El apagón del 28 de abril ha puesto en entredicho la fiabilidad del sistema eléctrico español, generando preocupación tanto a nivel nacional como internacional. Aunque el IBEX 35 logró cerrar el día con una leve subida del 0,2%, durante el martes bajó un 0,7%, lo cual no es demasiado. A pesar de esto, se puede decir que la confianza en la infraestructura energética se ha visto afectada.
Este incidente ocurre en un momento en que España aspira a convertirse en un hub tecnológico europeo, con más de un centenar de centros de datos proyectados, cuya demanda energética se espera que alcance los 25 TWh (teravatios hora) en 2040. Además, la creciente industria de vehículos eléctricos y otras tecnologías intensivas en energía requieren una red eléctrica robusta y confiable. Lo cual, a tenor del apagón del 28 de abril, no se puede afirmar claramente.

El apagón en España podría disuadir a los turistas, especialmente cuando se espera visitar un país del primer mundo que no debería tener estos problemas. La incertidumbre sobre la fiabilidad del transporte y los servicios básicos, con riesgos de interrupciones en trenes, vuelos o suministros, puede hacer que muchos prefieran evitar el destino por temor a quedarse varados o enfrentar contratiempos durante su estancia.
La dependencia energética de Portugal respecto a España también ha sido cuestionada. El gobierno portugués ha solicitado una auditoría urgente e independiente sobre el apagón eléctrico que afectó gravemente a ambos países, teorizando ya sobre cómo reducir su dependencia de España. En conjunto, estos factores subrayan la necesidad urgente de fortalecer la infraestructura eléctrica y garantizar la seguridad del suministro eléctrico, ya que, en gran medida de este fortalecimiento, depende la confianza en el sistema productivo de nuestro país.
Conclusión: Esto no es solo una anécdota
Pareciera que todo ha vuelto a la normalidad: la luz funciona, hay internet… Incluso hay quien recuerda con alegría la reacción de la gente, el ambiente festivo en algunos barrios o los aplausos cuando volvió la electricidad. «Qué bonito», dicen, ver a la gente tomándose una cerveza a pesar de todo.
Pero más allá de esta visión sentimentalista y del enaltecimiento del carácter alegre del pueblo español ante la adversidad, lo cierto es que este apagón deja un mal precedente. España ha quedado en una posición comprometida, y las pérdidas económicas que ha generado nos acabarán afectando a todos. Por eso, lo que deberíamos hacer no es quedarnos con un recuerdo amable de lo ocurrido, sino identificar y corregir lo que haya fallado, para que un desastre de esta magnitud no vuelva a repetirse.
Tabla resumen
Parálisis productiva | -Paralización de la productividad -Comerico y negocios afectados |
Transporte y comunicaciones | -Suspensión del transporte ferroviario -Dificultades para las empresas de comunicaciones |
El coste de la vuelta a la normalidad | -Restablecimiento del suministro eléctrico -Costes logísticos y operativos |
Coste reputacional | -Descenso de la reputación del sistema eléctrico español -La dependencia energética del país |
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