En noviembre del año pasado, el gobierno alemán tripartito entre los socialdemócratas (SPD), Los Verdes y los liberales del FDP implosionó.
Las diferencias entre los socialdemócratas, siendo el partido del canciller Scholz, y los liberales respecto a la fiscalidad y la forma de frenar los precios de la energía forzaron la salida de estos últimos del gobierno. Esto resultó en una moción de confianza que Scholz perdió, resultando en un adelanto electoral. Más allá de lo que pasase en los pasillos del Bundestag, en la calle Scholz tenía un índice de aprobación del 18%, uno de los más bajos que había tenido un líder alemán en los últimos años. Habiendo ganado la oposición mucho terreno, tanto la CDU (democristianos, conservadores moderados) y sobre todo AfD, el partido de derecha más radical que tenga representación.
A pesar de haber tenido una campaña electoral movida, con atentados islamistas, acuchillamientos, la victoria de Trump o el apoyo de Musk a AfD, los resultados no han distado mucho de lo que se podía ver en los sondeos. Victoria de la CDU, mejorando su resultado un 4,4%; AfD, segunda fuerza con un fuerte aumento de más de un 10%; batacazo del SPD, perdiendo casi un 10%; también perdieron votos Los Verdes y los liberales, casi un 6% ambos, quedando estos últimos sin representación.
A pesar de que, en general, el giro del electorado fue a la derecha, Die Linke, el partido más de izquierdas con representación, aumentó un 4,1%.Como ya hemos comentado, lo que se ha visto ha sido un giro a la derecha, siendo los grandes ganadores la CDU y AfD en cuanto a votos. De todas maneras, como ya explicaremos más adelante, esto no le servirá a los últimos para entrar en el gobierno, salvo enorme sorpresa. Cabe destacar la gran diferencia entre las antiguas Alemanias: occidental, donde ganó la CDU de manera clara, y oriental, donde ganó AfD también de manera clara.
Alemania es la cuarta economía del mundo medida por PIB nominal, es la más grande de la eurozona por mucha diferencia, siendo la economía alemana un 52,8% más grande que la economía francesa. Además, de esta posición en lo que a PIB se refiere, Alemania es el líder de la Unión Europea, el país que más peso tiene, el que más aporta a los presupuestos y el que más contribuye a la credibilidad y estabilidad del euro como moneda. Es el “motor de Europa”, pero lleva un tiempo estando gripado. Desde 2022, Alemania no crece; la economía alemana ha flaqueado, con crecimientos raquíticos o incluso negativos, como en el segundo trimestre de 2023, cuando el PIB se contrajo un 0,4%. La crisis energética, acentuada por la interrupción del suministro de gas ruso, golpeó duramente a su industria, elevando los costes y reduciendo la competitividad.
Alemania sigue siendo la economía con mayor peso de la Unión Europea.
Además, el modelo económico alemán, basado en la manufactura tradicional y la exportación, parece haber perdido su ventaja frente a China, que no solo está superando en la producción de coches eléctricos, sino que también ha logrado adelantar a Alemania en innovación y eficiencia, dejando atrás una ventaja competitiva construida durante décadas, ahogada por regulaciones y malas políticas. Además de esta coyuntura económica, también hay que tener en cuenta la importante coyuntura global. En unas pocas semanas, parecía que el orden mundial cambiaba: hace unos días, Estados Unidos votaba junto a Rusia, Bielorrusia y Corea del Norte, en contra de una nueva condena a la invasión rusa sobre Ucrania. Esto es indicativo de cómo la política internacional de Estados Unidos ha cambiado en tan poco tiempo. Además de todo lo que se ha hablado sobre la OTAN, las críticas al organismo por parte de la administración Trump, las exigencias de aumento del esfuerzo de otros países en sufragar gastos del organismo, y otras acciones o declaraciones de Trump sobre Groenlandia o Gaza.
En definitiva, estamos en momentos convulsos en lo que a política internacional se refiere. Por lo que quien lidere en la cuarta economía del mundo y líder de la UE, es quizás más importante que en otras ocasiones. Por esta difícil situación interna, y los días convulsos que vivimos en el panorama internacional, se había llegado a decir que eran las elecciones alemanas más importantes desde 1949. Esto, sumado a que se sabía que un partido que no entraba en los moldes de la política tradicional alemana, y que muchos habían llegado a tildar de nazis, iba a ganar mucha representación. Especialmente cuando este partido se había posicionado en la órbita de Trump, hombre que parece estar llevando la voz cantante, y haciendo y deshaciendo de una manera poco antes vista en política de este nivel. Por lo cual, la expectación era máxima. Y a pesar de que ha habido cambios, parece que estos no se materializarán, para bien o para mal.
Lo que a todas luces habrá en Alemania será un gobierno de gran coalición entre la CDU y el SPD. Merz, líder de la CDU, ha mencionado que espera haber formado gobierno antes de Semana Santa. A pesar de la disposición del AfD para formar gobierno con la CDU, esta última no está dispuesta a pactar con ellos. Cabe destacar que esta no sería la primera vez que esto sucede, ya que ha habido otros tres gobiernos de gran coalición, todos ellos liderados por Angela Merkel. Este gobierno de gran coalición gozaría de una considerable mayoría parlamentaria, sin necesidad de pactar con los Verdes, como se llegó a pensar antes de las elecciones. A pesar de tener esta mayoría y presumiblemente un gobierno estable, este tipo de gobiernos no suelen caracterizarse por llevar a cabo grandes reformas.
Aunque ambas fuerzas sean de “centro”, sus políticas son opuestas en muchas ocasiones. Y aunque estén juntos en el gobierno, en el parlamento siguen votando lo que cada uno considere. Esto resulta en que solo se lleven a cabo medidas cosméticas, y la situación de Alemania no necesita pequeños cambios que agraden a todos, sino cambios estructurales. Los presumibles vetos cruzados son: flexibilizar el límite de deuda, que las inversiones en infraestructura se computen fuera del presupuesto, promoción del coche eléctrico, subsidiar la transición ecológica e industrias clave, y creación de títulos de deuda propios de la Unión Europea. La CDU está en contra de estas medidas y el SPD a favor. Y los vetos al revés: reducción del impuesto sobre sociedades, incentivos para trabajar tras la jubilación, restricción ligera de la inmigración, que el precio de los derechos de las emisiones de CO2 no esté fijado por el estado, reapertura de las nucleares, y mandar misiles de largo alcance a Ucrania. Como vemos, son bastantes medidas en temas sensibles.
Si bien la CDU podría contar con el apoyo del AfD en algunas de ellas, como la reapertura de nucleares o la restricción de la inmigración, no se esperan grandes reformas. Otro factor a tener en cuenta es si el gobierno será duradero, pues el inmovilismo puede acabar costando descontento social en ambos electorados, tanto el de la CDU como el del SPD, lo que podría facilitar un aumento tanto de AfD como de Die Linke de cara a próximas elecciones. Pero esto está por ver, y se verá muy influido por las posibles crisis que afronte el gobierno y cómo maneje su posición internacional en un contexto tan cambiante como el que estamos viviendo.
Las reacciones no se hicieron esperar y los principales líderes de los distintos países y organismos felicitaron al ganador, Merz, llamando al aumento de las relaciones entre Alemania y sus respectivos países. En esta línea estuvieron: Macron, Zelensky, Starmer, Netanyahu, Salvini o Sánchez. Trump felicitó a Alemania por haber tenido una victoria conservadora, y Musk felicitó personalmente a Alice Weidel por el aumento de AfD. También se pronunciaron Mark Rutte, presidente de la OTAN, felicitando a Merz e instando a aumentar el gasto en defensa del país. En cuanto a las felicitaciones, nada lejos de la cordialidad esperada.
Las elecciones en Alemania han sido decisivas para las futuras relaciones entre Alemania y el resto de países.
Por otro lado, los propios políticos alemanes se declararon tanto Merz como Scholz a favor de formar la antes mencionada gran coalición. Weidel se mostró partidaria de pactar con la CDU, pero estos no están dispuestos y han hablado ya del famoso cordón sanitario a la ultraderecha. Teniendo en cuenta esta voluntad de gran coalición desde el principio, pocas dudas quedan de que se vaya a realizar. En cuanto a las reacciones de los mercados, el bono alemán a 10 años subió su interés un 0,3 el lunes, al saberse los resultados. Pero rápidamente bajó ese 0,3 y volvió a caer un 0,2.
Esto nos habla de que la estabilidad de Alemania no preocupa demasiado a los inversores, y ya están descontando el gobierno de coalición encabezado por la CDU, que a nivel fiscal es relativamente responsable. Por otro lado, y también en esta línea, el DAX 40 (índice de las 40 empresas alemanas más importantes) cayó un 0,2 durante el lunes posterior a las elecciones, pero ya se ha recuperado y ha subido un 1,3% con respecto al lunes a fecha de hoy, 26 de febrero. Por lo que no se puede hablar ni de pánico ni de optimismo, sino de expectativas de estabilidad.
Es innegable que ha existido un cambio en el voto, ha habido una victoria conservadora de la que hablaba Trump. Especialmente llamativo el aumento de AfD, pero esto luego no se traduce en que vaya a haber cambios en el gobierno, con lo cual, ¿realmente ha cambiado algo? Pues muy probablemente no, lo más probable es que el presente gobierno vaya a tomar medidas similares a las que tomó el de Scholz. Pero esto no debería sorprendernos, pues esto ya se sabía.
AfD nunca ha sido socio preferente de la CDU, se la tiene como una fuerza radical y peligrosa. Y por mucho que Elon Musk se pronuncie a favor, esto no va a hacer que un señor de 57 años de Baviera que lleva votando varias décadas entre la CDU y el SPD, dependiendo de las circunstancias, y que lo que ve de AfD por la tele es que es un partido extremo y radical, o a Die Linke como unos locos pseudocomunistas, les vaya a votar. Y la mayoría del electorado es así. Un personaje tan “outsider” como Trump puede salir porque está dentro del Partido Republicano, y la Fox y otras cadenas hacen campaña por el candidato que presente el partido republicano.
Milei sale porque Argentina estaba en la ruina más absoluta. Bukele sale porque en El Salvador no se podía vivir sin miedo. Por eso, pensar que, en Europa, donde a pesar de los problemas económicos y sociales, en muchos casos graves, todavía la mayoría social puede comer carne al menos dos veces a la semana, y donde los medios no hacen campaña por partidos del estilo de AfD, RN (Le Pen) o Vox, los cambios que vemos en otras partes del mundo aquí no van a pasar, de momento. Por ahora, nos queda ver cómo el resto del mundo se mueve y se reajusta, mientras aquí tenemos algo muy parecido a lo de siempre, para bien o para mal.
Introducción y ¿Qué ha pasado en las elecciones alemanas? | - Las diferencias entre los socialdemócratas y liberales. - Giro del electorado. |
¿Por qué es importante este resultado electoral? | - Alemania como motor de Europa. - La política internacional. |
¿Qué podemos esperar del futuro de Alemania? | - Un gobierno de gran coalición. - Los cambios estructurales de Alemania. |
Primeras reacciones a los resultados | - Opinión de los principales líderes europeos. - La estabilidad de Alemania a largo plazo. |
Conclusión: ¿Ha cambiado algo en la vetusta Europa? | - Las consecuencias de la victoria conservadora. - Incertidumbre en el nuevo orden mundial. |
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