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23 May
23May

En muchas ocasiones, nuestros familiares, amigos o conocidos nos pueden plantear una oportunidad de negocio para que invirtamos parte de nuestro dinero.

Más allá de otras consideraciones, una duda habitual que se plantea en estas circunstancias es definir qué queremos esperar de esa inversión. Obviamente siempre buscaremos el mayor retorno posible, pero ante todo debemos tener claro cuál es el mínimo retorno aceptable.

Dicho de otro modo, antes de invertir nuestro dinero en cualquier activo tendremos que definir cuál es nuestra Rentabilidad Mínima Exigida (RME).

Para ello debemos tener en cuenta tres factores:

  • El riesgo que estamos asumiendo: cuanto mayor sea el riesgo de la inversión, mayor retorno exigiremos.
  • El plazo: cuanto más tiempo tengamos indisponible nuestro dinero, más rentable debe ser la inversión.
  • El coste de oportunidad: es decir, la rentabilidad que nos ofrecen otras alternativas similares en riesgo y plazo.

Cada inversión, por tanto, tendrá una RME según sus características particulares y habrá que analizarla caso por caso. 

No obstante, si deseamos tener una RME como referencia general, una buena cifra es el 10%.

¿Por qué el 10%?

El 10% es, aproximadamente, la rentabilidad media anualizada que ha tenido el índice SP500 y el índice MSCI World durante los últimos 40 años. Es decir, si nosotros hubiéramos invertido durante ese período de tiempo en un fondo indexado a uno de esos índices, nuestro retorno sin hacer absolutamente nada habría sido del 10% anual.

Por tanto, si se nos plantea una posibilidad de inversión en un negocio a medio o largo plazo y con el riesgo que conllevan ese tipo de aventuras, nunca sería razonable esperar menos de esa rentabilidad que podríamos recibir de la renta variable global de forma totalmente pasiva.

Obviamente hay que atender a cada caso particular y también debemos tener en cuenta que las rentabilidades de los próximos 40 años pueden ser distintas a las anteriores, pero el 10% es siempre un buen punto de referencia para evaluar el atractivo de cualquier proyecto de inversión.